Un buen escritorio. El elemento fundamental que no puede faltar en ningún despacho que pretenda adquirir el adjetivo de perfecto. Asegúrate de que tiene una altura adecuada, que las medidas te hagan sentirte cómodo cuando trabajes sobre él, y que sea estable.
Una silla ergonómica. Esta pieza es tan importante o más que el escritorio. Deberá ser muy cómoda para que tu espalda no se resienta después de horas de trabajo.
Una iluminación adecuada. Si no cuentas con una luz buena, olvídate de tener un despacho de 10. Lo ideal es que tengas una general y otra en la mesa, que puedas enfocar donde quieras, cuando estés leyendo, por ejemplo.
Buena temperatura. Tanto si hace frío como si hace calor, no te encontrarás cómodo. Una de las premisas que se sigue en cualquier lugar de trabajo, es que haya una temperatura agradable, así que en tu casa no tiene por qué ser diferente.